Fricciones #1: No hay ciudad sin fricción

¿Qué es una ciudad sin el contacto e incluso el conflicto de unas personas con otras? ¿Hacia dónde van nuestras sociedades cuando los individuos que las conformamos admitimos cada vez menos la divergencia? ¿Podemos avanzar y ser creativos si no somos capaces de dialogar con los que plantean cosas diferentes? En este texto proponemos aprovechar los espacios sanos de fricción para mejorar nuestras comunidades urbanas, pero también como herramienta fecunda en los procesos de innovación.

Una mujer sola rodeada de una multitud
Fecha
6 de junio de 2025
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La evolución del significado de las palabras es un retrato de la evolución de la sociedad que las emplea para comunicarse, de sus intereses, de sus intenciones, pero también de sus carencias y miedos. Fricción es, para la física, la fuerza existente entre dos superficies en contacto que se opone al deslizamiento. La Real Academia Española de la Lengua recoge resumida esta acepción aséptica y habla del “roce de dos cuerpos en contacto”, pero también incluye en su entrada otra que habla de la “desavenencia entre personas y colectividades” que define mejor lo que consideramos hoy por fricción y empieza a sugerir por qué huimos de ella.

En Sin relato. Atrofia de la capacidad narrativa y crisis de la subjetividad (Anagrama, 2024), Lola López Mondéjar explica una de las taras del ser humano de hoy: la pérdida de la capacidad narrativa, la inhabilidad de contarse a sí mismo, de elaborar un relato que le ayude a situarse y a explicarse qué es, qué le pasa y qué quiere. López Mondéjar sabe de lo que habla. Aparte de escritora de ensayo y ficción, es psicoanalista en ejercicio y, por tanto, tiene una ventana al interior de muchas personas. Su libro, por eso, es una mirada al individuo, pero también a la sociedad que conforma la suma de ellos. Y en el libro se habla mucho de fricción.

López Mondéjar explica cómo el modelo económico, especialmente desde el advenimiento de la híper digitalización de las comunicaciones, ha creado “un mundo que nos ha llevado a que el deseo de no-fricción forme parte ya de nuestras aspiraciones tanto en el mundo virtual como en el físico”.

Las sociedades humanas están inmersas en un proceso de ensimismamiento que es tanto material como mental. El escritor y periodista Derek Thompson llama a nuestro tiempo “el siglo antisocial”. Lo hace en un ensayo en The Atlantic en el que explica cómo, desde la eclosión de la sociedad de consumo en 1960 hasta nuestros días, hemos ido cambiando de hábitos de una forma que parece escogida pero que quizá no lo sea tanto: “Los teléfonos hacen que la soledad esté más llena de gente que antes y las multitudes sean más solitarias”. La forma en que funcionan las estrategias de experiencia de usuario en las aplicaciones y herramientas digitales que usamos permanentemente está diseñada para evitar la fricción y eso está ayudando a (de)formar nuestro carácter que, por definición genética, es social. Los algoritmos de los canales y plataformas nos entierran en nuestros sesgos, nos dan sobredosis de lo que creemos que queremos, nos encierran en burbujas con afines, nos radicalizan y polarizan y nos alejan del contacto con lo diferente. La fricción, por eso, toma ese significado negativo y se convierte en un fantasma del que huimos; una amenaza inexistente que nos convierte a nosotros mismos en un poco monstruos.

Por todo ello, el nombre de esta plataforma de pensamiento y reflexión que nace hoy es una reivindicación y una invitación. La newsletter de Khora se llama Fricciones por dos motivos que están íntimamente relacionados con su misión. El primero tiene que ver con la esencia de la ciudad. “Aristóteles escribió en su Política que ‘una ciudad está formada por diferentes tipos de hombres; gentes semejantes no pueden dar existencia a una ciudad”. La cita, extraída de Construir y habitar. Ética para la ciudad (Anagrama, 2019), de Richard Sennett, explica que no hay ciudad sin el encuentro con el otro, algo que hoy se pretende evitar de muchas maneras, desde cancelando la posibilidad de la expresión disidente hasta expulsando a personas que vienen a trabajar y a convivir, a hacer ciudad.

Conviene recordar que la palabra ciudad, en su etimología latina, no define tanto una configuración espacial como la comunidad que la habita y que, para que la comunidad sea tal cosa, tiene que haber encuentros, roces y, por qué no, conflictos. Fricciones, en definitiva. Lo explica también Lewis Mumford en La ciudad en la historia (Pepitas de Calabaza, 2014): “Una de las funciones más importantes de la ciudad consiste en crear las condiciones necesarias para el desarrollo del diálogo y el drama, en todas sus ramificaciones, una clave para el desarrollo urbano debe resultar evidente: se trata de ensanchar el círculo de aquéllos que son capaces de participar en el diálogo”.

El diálogo y el drama —y aquí viene la segunda razón por la que esta newsletter se llama Fricciones— son también intrínsecos a los procesos de innovación que practica Khora para lograr que la ciudad se desarrolle. Un planteamiento que requiere escuchar todas las ideas, también las presuntamente disonantes; partir del cuestionamiento desde la flexibilidad es la manera de aprender y avanzar. Es lo que Amador Fernández Savater llama “la fecundidad del conflicto”. No hay creatividad si no se concibe la posibilidad de equivocarse. No hay innovación sin fricción, del mismo modo que no hay ciudad sin fricción.

La híper segmentación, los filtros burbuja, la necesidad permanente de validación, el ensimismamiento, el individualismo, la polarización… Nuestras sociedades están secuestradas por un montón de procesos que no sólo nos impiden avanzar como individuos, sino que desarman el propio significado de la palabra sociedad. Como decíamos, a través de esta newsletter y de los eventos asociados a ella que comenzamos a impulsar, queremos proponer espacios sanos de fricción en torno a los temas urbanos. No creemos que haya una sola manera de hacer ciudad. Palabras como ciudad sostenible, inclusiva, resiliente, atractiva o inteligente están llenas de aristas, diferentes aproximaciones según las características, las necesidades, el sentir y la cultura de cada persona, de cada colectivo, de cada urbe. Queremos escuchar y apreciar todos esos matices. Queremos ofrecer puntos de vista, no posiciones inamovibles. Incluso admitimos la posibilidad de manifestar algo tan inaudito hoy como un “no lo sé”. Y queremos hacerlo juntos.

Por eso, esta plataforma de pensamiento y reflexión es, también, una invitación. Porque queremos recuperar la costumbre del encuentro. “El encuentro es tensión y conflicto, choque de diferencias, pero esta fricción también es creativa y, por tanto, puede ser constructiva y abrir horizontes nuevos”. Esto escribe la antropóloga Anna Lowenhaupt Tsing en un libro que se llama, precisamente, Fricción (IF, 2021) y que utiliza Lola López Mondéjar para su argumentación.

De eso trata todo esto. De encontrarnos en nuestras diferencias. Sin miedo al conflicto. Porque si hay diálogo, el drama no derivará en tragedia sino en una experiencia compartida que nos permitirá conocernos mejor y avanzar juntos para hacer mejores ciudades.

Pedro Bravo

Escritor y periodista. Su último libro es ¡Silencio! (Debate, 2024).

Pablo Macías

CEO y fundador de Khora.